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Fotografía de M. Inmaculada Sánchez Queija

M. Inmaculada Sánchez Queija

Universidad de Sevilla

Formación

Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación (Psicología)

Doctora en Psicología

Aunque nací en Cazalla de la Sierra, siempre estuve escolarizada en Sevilla. Primero en el CEIP Calvo Sotelo. Tras una mudanza recalé en el CEIP Arias Montano donde obtuve la EGB y posteriormente el IES Antonio Machado. Finalmente estudié la licenciatura y el doctorado en la Universidad de Sevilla. Como se ve, todos centros públicos. Y es que, aunque los centros privados también realizan una importante labor educativa, es la Educación Pública la que permite que gente como yo, hija de un trabajador sin estudios y una ama de casa, hayamos podido progresar en los diferentes estudios hasta lograr ser científicas.

Un día en la vida de un científico

Quizás lo que más llama la atención en la vida de una científica es que difícilmente hay dos días iguales. Nuestro trabajo es cualquier cosa, menos monótono. Un día medio puede suponer:

  • Levantarse, organizar desayuno, llevar a mi hijo al instituto.
  • Dar clases, si hay.
  • Reuniones de trabajo para organizar cuestiones de gestión (por ejemplo comisiones, acordar gastos, elaborar proyectos…) o de investigación (discutir resultados, posibles afrontamientos de una investigación, contenidos…)
  • Salir de la Facultad para recoger a mi hijo del instituto.
  • Calentar/hacer comida, comer, descansar un poco y…
  • Sentarse a hacer el trabajo que requiere concentración:
  • Preparar clases, materiales, corregir actividades o poner exámenes…
  • Leer y redirigir trabajos fin de estudios.
  • Trabajar en algún artículo científico.
  • Preparar alguna exposición.
  • A veces, por la tarde, atender a través de videoconferencia a alumnado que por alguna razón no pueden por la mañana.
  • Cuando se acaba el trabajo hacer algo de deporte, dar un paseo, charlar con la familia, ver la tele…
  • Preparar cena y comida del día siguiente cuando me toca, cenar, duchita y ¡a dormir!

 Sin embargo, hay mucha variedad. Algunos días hay que quedarse a comer en la Facultad y estar en la oficina hasta tarde o impartir algunas sesiones de clase. Hay otros días que todo se hace desde casa, especialmente si hay algo como revisar artículos, escribirlos, hacer análisis estadísticos, que requiere mucha concentración o las reuniones que se tienen pueden resolverse de forma online. Esos días se aprovecha para poner lavadoras, pero ¡cuidado! sólo cosas como esa que se hace en poco tiempo, el trabajo hay que hacerlo igual que si se está en la oficina.

Como se ve, malabares para conciliar la vida familiar y laboral, como cualquier persona con otro trabajo.

Aficiones

Me encanta jugar al Pádel, aunque no soy muy buena. Últimamente hago pilates, que me gusta menos pero me viene bien para ganar flexibilidad y forzar la musculatura tras tantas horas sentadas. También me gusta leer y, no voy a mentir, bichear qué se cuece por las redes (twitter/X, Instagram, Facebook) donde sigo a muchos divulgadores y divulgadoras de ciencia y a algunos creadores de contenidos más ociosos con quienes me río un rato. ¡Me encanta Martita de Graná!.

Los fines de semana me gusta salir: pasear por el campo, ir de camping, o visitar alguna ciudad o pueblo y disfrutar su gastronomía. Pero… la vida real no se puede olvidar y también hay que limpiar y organizar la casa, así que a veces es complicado conciliarlo todo.

Centro o departamento

Psicología Evolutiva y de la Educación (Facultad de Psicología)

Línea de investigación en la que trabaja actualmente

Llevo dos líneas paralelas y complementarias:

Soy investigadora en el estudio Health Behaviour in School-aged Children, en el que investigamos cómo son los contextos de desarrollo de las y los adolescentes y la influencia que tienen en el bienestar o malestar de estas y estos adolescentes. Es decir, cómo las relaciones familiares, con los amigos o la pareja influye en el bienestar o malestar. Y también otros aspectos relacionados con conductas más o menos saludables, como el consumo de alcohol, tabaco, cachimbas, por ejemplo.

También dirijo, junto a mi compañera Águeda Parra un grupo de investigación que trabaja sobre adultez emergente, es decir, jóvenes entre 18 y 29 años. Mi compañera y yo comenzamos esta línea de investigación hace ya más de una década y con ella estamos consiguiendo caracterizar cómo son y a qué retos se enfrentan las personas de estas edades, especialmente quienes continúan sus estudios universitarios.

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