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Fotografía de Agustín Romero Vargas

Agustín Romero Vargas

Universidad de Cádiz

Formación

Nací y crecí en Sanlúcar de Barrameda. Fui al colegio Blas Infante y después hice la ESO en el IES Cristóbal Colón. Pero aquí mi camino es un poco diferente al que quizás esperáis. Cuando terminé la Secundaria, la verdad es que no tenía claro qué hacer y no seguí directamente con el bachillerato. Me gustaban los coches y el mundo del motor, así que me puse a explorar ese camino: hice un módulo de automoción, otro de chapa y pintura, y estuve trabajando en talleres de coches y de tractores. Incluso probé otras cosas muy distintas: fui dependiente en una tienda de ropa, vendedor de seguros y hasta monitor de karting.

Y después de probar todos esos caminos, me di cuenta de una cosa muy importante: no era feliz. Había aprendido muchísimo, pero sentía que me faltaba algo. Fue entonces cuando tuve claro que lo que de verdad me apasionaba y me llenaba de curiosidad eran las ciencias; quería entender cómo funciona la vida a un nivel que no podemos ver. Así que tomé una de las decisiones más importantes de mi vida: volver a estudiar para poder entrar en la Universidad. Y así fue como, con las ideas mucho más claras, empecé el Grado en Biotecnología aquí, en la Universidad de Cádiz. Desde el principio me enganchó tanto que, mientras estudiaba, ya me metía en los laboratorios como ‘Alumno Colaborador’ para aprender. Y así, una cosa llevó a la otra: el Trabajo de Fin de Grado me llevó a hacer un Máster, y de ahí a conseguir una beca para hacer el Doctorado, todo aquí en la UCA.

Mi camino, que empezó en un instituto de Sanlúcar y dio unas cuantas vueltas por talleres y tiendas, me ha traído hasta aquí, a un laboratorio donde intentamos crear un futuro sin residuos.

Un día en la vida de un científico

8:30 AM – El café y el plan del día: «Mi día no empieza con un microscopio sino con un café y la libreta. Lo primero es revisar los experimentos que dejamos en marcha el día anterior. A veces son como ‘tamagotchis’, ¡hay que cuidarlos y ver cómo han crecido nuestras bacterias durante la noche!».

9:00 AM – Reunión de equipo: «Casi nunca trabajo solo. Los miembros del equipo nos reunimos y ponemos en común los resultados. Es una de las partes más importantes: uno cuenta un problema que tiene, otro le da una idea… Hacemos una ‘lluvia de ideas’ para decidir cuál será el siguiente paso. La ciencia es un deporte de equipo».

10:00 AM – Ponerse al día (el detective): «Una parte de mi trabajo es leer lo que han descubierto otros científicos en el mundo. Busco en artículos científicos para encontrar pistas que nos ayuden a resolver nuestros propios misterios. Es como ser un detective buscando la pieza que falta en un puzle».

11:30 AM – Manos a la obra: «Ahora toca ir al laboratorio. Por ejemplo, tengo que preparar un medio de cultivo para nuestras Clostridium. Es como seguir una receta de cocina, pero con una precisión milimétrica. Pesamos componentes, ajustamos el pH… ¡y a esterilizar para que no se contamine!».

1:00 PM – El Experimento (y el momento del ‘¡Ups!’): «Lanzamos el experimento principal del día. Pero quiero confesaros algo: la mayoría de las veces, las cosas no salen a la primera. Quizás un equipo da un error, o el resultado no es el que esperabas. ¡Y eso no es un fracaso! Es parte del trabajo. Ser científico es tener mucha paciencia, observar qué ha salido mal y usar la creatividad para solucionarlo. Es más un trabajo de resolver puzles que de tener momentos ‘¡Eureka!’».

4:00 PM – Analizar los datos (el artista): «Después de los experimentos, llega una de mis partes favoritas. Cogemos un montón de números y datos y los transformamos en gráficos. Es la parte más visual y creativa, donde intentas que los datos te ‘hablen’ y te cuenten una historia. ¿Hemos conseguido producir más ácido caproico? ¿Por qué?».

5:00 PM – Escribir y compartir: «La ciencia que no se comparte no existe. Parte de la tarde la dedico a escribir un artículo para contarle al mundo nuestros descubrimientos, o a preparar una charla como esta».

El ‘Después’: «Y al final del día… pues soy una persona normal. Me gusta el deporte, ver series con mi pareja y quedar con mi familia y amigos. Ser científico es una profesión, no algo que te aísla del mundo».

Aficiones

Por supuesto, no todo en mi vida son bacterias y laboratorios. Cuando me quito la bata, soy una persona con aficiones como cualquiera, ¡y creo que son fundamentales para mantener la mente fresca y la creatividad activa!

Una de mis grandes pasiones es el deporte. Soy jugador de tenis de mesa; es un deporte que me encanta porque requiere muchísima concentración y reflejos. No solo lo entreno cada semana, sino que también compito, lo que me ayuda a desconectar por completo del trabajo y a mantener la disciplina.

Otra cosa que me fascina es viajar. Me da igual si es perdiéndome un fin de semana por algún pueblo recóndito de nuestra tierra o cogiendo un vuelo para explorar el mundo. De hecho, una de las cosas buenas de dedicarse a la ciencia es que a veces te permite unir trabajo y pasión. Algunos de los sitios que he conocido, como Aveiro en Portugal, el Lago de Garda en Italia o Atenas en Grecia, los visité gracias a congresos y estancias de investigación. ¡Y por placer también he hecho escapadas a sitios como Tenerife o incluso crucé el charco para conocer Argentina!

Creo que la curiosidad de un científico nunca descansa, así que siempre me gusta aprender cosas nuevas, aunque no tengan nada que ver con la ciencia. Por ejemplo, durante un tiempo estuve yendo a clases de tango. Pero, sin duda, lo que más valoro es el tiempo con mi familia. Algo tan simple como salir a caminar con ellos al final de la tarde y contarnos qué tal nos ha ido el día es la mejor forma de recargar las pilas.

Centro o departamento

Pertenezco al Departamento de Ingeniería Química y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Cádiz (UCA) y al Instituto de Investigación Vitivinícola y Agroalimentaria (IVAGRO).

Línea de investigación en la que trabaja actualmente

Actualmente trabajo en la línea de investigación: Obtención de bioproductos mediante procesos de biorrefinería.

Esta línea de investigación busca soluciones a dos de los mayores problemas de nuestro planeta: la acumulación de residuos y nuestra dependencia del petróleo. En lugar de ver los restos de la agricultura o las algas invasoras como basura, nosotros los vemos como un tesoro escondido. Mediante procesos de biorrefinería, usamos microorganismos para ‘digerir’ esos residuos y convertirlos en bioproductos: plásticos que no contaminan, combustibles que no agravan el cambio climático e ingredientes que vienen de fuentes naturales y sostenibles. En resumen, usamos la ciencia para crear un futuro de ‘basura cero’.

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