Araceli Rivera Pérez

Mi día a día como investigadora se basa en aplicar el método científico al análisis de alimentos: plantear un problema químico a solucionar, formular una hipótesis para resolverlo, diseñar experimentos para confirmar o descartar dicha hipótesis y finalmente interpretar los resultados obtenidos para poder planificar nuevas experiencias.

Por ello, dedico gran parte de mi jornada a mis labores de investigación que implican comprobar los resultados obtenidos del análisis de un alimento, pensar nuevas experiencias para mejorarlos, leer bibliografía científica que me proporcione ideas, aplicar dichas ideas en el laboratorio y como último paso, redactar y presentar mis hallazgos a la sociedad en forma de un artículo científico que se publica en una revista internacional.

Además, soy profesora del Grado en Química y por ello, parte de mi trabajo también lo dedico al continuo perfeccionamiento como docente, asistiendo a cursos, jornadas y charlas. Sin duda, una de las experiencias más gratificantes como investigadora postdoctoral es el tiempo que paso en el laboratorio con mis alumnos y alumnas, no solo por el intercambio de inquietudes sino por el enriquecimiento que supone estar al lado de la futura generación científica. Una vez terminada mi jornada, me gusta recargar las pilas para el día siguiente practicando deporte, paseando con mis amigos o escuchando algo de música para desconectar.

Me apasiona dibujar, la pintura y el arte, como una forma de desatar la creatividad y al mismo tiempo tener un momento de relajación. Disfruto compartiendo mi día a día con mi familia y con mis amigos, mientras paseamos o pasamos una tarde de tapeo.

También soy aficionada a la fotografía, disfruto descubriendo y retratando monumentos históricos o paisajes naturales. Me encanta conocer nuevas gastronomías y lugares, aunque soy una enamorada de los atardeceres almerienses.

La música es otro motor en mi vida. Además, me gusta desconectar y mantenerme en forma practicando natación y spinning.

Actualmente lidero un proyecto de investigación novel que tiene como fin no solo aportar novedades al conocimiento científico sino también solucionar un problema de la sociedad actual: el fraude alimentario.

 

Trabajo día a día desarrollando métodos en el laboratorio que permitan reconocer si la información que se proporciona sobre un alimento coincide con la realidad y detectar así si se está cometiendo un fraude o engaño al consumidor. Mezclar un alimento con otros ingredientes que a simple vista pueden ser parecidos, pero que son de una peor calidad o bien, cuando se intenta falsificar el origen de un producto mediante un etiquetado intencionadamente erróneo son ejemplos de fraude alimentario, siendo no solo un delito, sino un riesgo para nuestra salud.

Por ello, se puede explotar la ‘Química’ que contienen los alimentos para conocer la ‘huella dactilar’ de un producto y comprobar si ha sido manipulado.