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Fotografía de Blanca González García

Blanca González García

Instituto de la Grasa – CSIC

Formación

A lo largo de mi vida estudiantil he pasado por muchos centros… Todo se remonta a mis orígenes, Burguillos del Cerro (Extremadura), en donde estudié en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Posteriormente, cursé la ESO en el Instituto Matías Ramón Martínez, también en mi pueblo. A continuación, para estudiar Bachillerato, diariamente me desplazaba a Zafra (este pueblo ya puede que os suene), y fue en el instituto Suárez de Figueroa donde realicé el Bachillerato científico-técnico (sí, con las tres optativas gordas, biología, química y física).

Aunque desde pequeña siempre he sido muy curiosa y me he considerado una chica de ciencias, no sabía muy bien qué estudiar: ¿biología, química, medicina (¡¡pero si me mareo con la sangre!!)?… cuántas preguntas… pero fue durante esos dos años de bachillerato cuando me empezó a apasionar la ciencia del cuerpo humano, querer entender cómo funcionaba nuestro organismo, qué fallaba en cada enfermedad que podemos padecer, cómo podemos tratar dichas patologías… y después de mucha búsqueda encontré la carrera perfecta, que por aquellos años todavía era un poco desconocida: la Biomedicina. Por todo ello, en 2018 me independicé para estudiar en la Universidad de Sevilla el grado en Biomedicina Básica y
Experimental. Tras cuatro años de mucho trabajo me gradué, pero ¿y ahora qué?. A pesar de haber estudiado una carrera, en ningún momento nos habían explicado abiertamente la gran variedad de salidas profesionales que tenemos los biomédicos: investigación pública, investigación privada, diversos puestos en empresas farmaceúticas y biotecnológicas, gestión de ensayos clínicos, visitador médico, redactor en revistas científicas, divulgador… Aun así, a mi desde los primeros años de carrera me llamaba la atención eso de investigar, por lo que tenía claro que quería realizar la tesis doctoral, pero para ello necesitaba un máster.

En 2022 realicé el Master en Investigación y Avances en Inmunología de la Universidad de Granada. A partir de aquí, el gran reto fue obtener un contrato para realizar la tesis doctoral (un tema que da mucho que hablar…), y en febrero de 2024 obtuve un contrato FPI del Ministerio para realizar el doctorado. Actualmente, trabajo en el Instituto de la Grasa (IG-CSIC) donde realizo mi tesis basada en conocer el efecto que tienen los ácidos grasos que ingerimos en la dieta sobre la producción de células sanguíneas.

Echando la vista atrás, puedo decir que no ha sido un camino nada fácil, ya que me ha costado muchas horas de estudio y sacrificar algunos momentos de mi vida, pero también ha sido muy gratificante, así que cuando me preguntan si volvería a elegir los estudios que realicé, mi respuesta es clara: sin duda alguna repetiría cada etapa.

Un día en la vida de un científico

Mi día a día como investigadora predoctoral es bastante variado, ¡y no me da tiempo a aburrirme! Cuando llego al trabajo, siempre empiezo el día observando mis células y experimentos al microscopio, para comprobar que crecen adecuadamente y que no se han contaminado. A continuación, planteo todo lo que haya que hacer ese día en el laboratorio: poner nuevos experimentos, tomar fotos de aquellos que están en curso, recoger resultados de experimentos finalizados… Estos días son los que más me gustan, porque voy al trabajo con intriga ya que no sé qué resultados obtendré, y esto puede ser muy emocionante cuando las cosas salen bien, pero también hay días en los que no obtenemos los resultados esperados… ¡Es parte del trabajo en la ciencia! Si algo no funciona, hay que replantearlo y seguir adelante. Otros días puede que no tenga mucho que hacer en el laboratorio, por lo que paso el día analizando resultados en el ordenador, leyendo artículos científicos o escribiéndolos.

Cuando salgo del trabajo por la tarde, mi tiempo libre lo invierto en hacer deporte, quedar con mi pareja o amigos, hacer videollamadas con mi familia (ya que solo los veo algunos fines de semana) y relajarme haciendo lo que más me apetezca.

Aficiones

Podría decir que mi lista de aficiones es tan larga que no me cabría en un folio… ¡pero intentaré resumirlas! Lo que más me gusta, sin duda, es el deporte. Además de los numerosos beneficios que tiene para la salud, me ayuda a despejar la mente después de un día complicado en el laboratorio, cuando los experimentos no salen como esperaba o simplemente necesito moverme tras pasar horas frente al ordenador. Principalmente practico pilates y yoga, pero también salgo a correr y levanto pesas de vez en cuando.

Otra de mis grandes pasiones es cocinar. Me encanta ponerme con una receta, relajarme en la cocina y tener mi serie favorita de fondo. Es mi momento de desconexión total. Y, hablando de desconectar, antes de dormir siempre reservo al menos 20 minutos para leer. Aunque sea solo un ratito, me ayuda a relajarme y olvidarme del móvil, ¡algo que todos deberíamos hacer!

Viajar es otro de mis grandes sueños. Me encantaría, algún día, poder decir que he recorrido gran parte del mundo. Y bueno, para ser sincera, salir de compras también está entre mis aficiones. Ya sea para ver ropa, maquillaje o simplemente pasear por las tiendas y tomarme un café tranquilamente.

Centro o departamento

Laboratorio de Nutrición Celular y Molecular, Departamento de Alimentación y Salud, Instituto de la Grasa (IG-CSIC).

Línea de investigación en la que trabaja actualmente

Mi proyecto de tesis se basa en conocer cómo las grasas que comemos pueden afectar a nuestras células madre de la sangre, que se encuentran en la médula ósea. La médula ósea se encuentra en el interior de nuestros huesos y en ella encontramos una gran variedad de tipos celulares, entre los que destacan las células madre sanguíneas, a partir de las que se forman los glóbulos rojos y blancos. Para que las células madre sanguíneas funcionen correctamente, necesitan un ambiente adecuado en la médula ósea, lo que se consigue gracias a los otros tipos celulares, como los adipocitos. Estos adipocitos contienen lípidos en su interior y se piensa que estos pueden influir en el funcionamiento de las células madre sanguíneas.

En mi investigación, estamos estudiando cómo diferentes tipos de grasa de nuestra dieta, como las que están en el aceite de oliva (ácido oleico) o en la mantequilla (ácido palmítico), pueden cambiar la forma en que estas células madre sanguíneas funcionan. Sabemos que las grasas saludables, como las del aceite de oliva, ayudan a que las células madre se mantengan sanas, mientras que las grasas saturadas, como las de la mantequilla, pueden causar inflamación y dañar algunas células del sistema inmunitario.

En el laboratorio, utilizamos tecnología avanzada para recrear un ambiente similar al de la médula ósea y estudiar estos efectos. Nuestro objetivo es comprender mejor cómo lo que comemos afecta a nuestra sangre y, en el futuro, usar este conocimiento para mejorar la salud a través de la dieta.

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