Ser usuarios de nuestras casas nos lleva a asumir el conocimiento sufuciente para definir lo que es una casa. Hemos observado que tras la pandemia, la casa se ha convertido en otras muchas cosas, ampliando su funcionamiento como lugar de ocio y de trabajo, entre otras. Hemos tenido que inventar nuevas formas de ocupar los espacios domésticos, incluso a establecer nuevos vínculos y compromisos con nuestros familiares para redefinir las formas de ocupación de los espacios.

Todas estas experiencias han puesto a prueba los hogares y sus capacidades como espacio común. Debería haber servido para testar si los hogares se adaptan a nuestras necesidades o somos nosotros los que nos adaptamos a ellos.

Por otro lado, entendemos que hay un territorio común doméstico, poblado de viviendas similares y que deben acoger a grupos de familias diversos.

Desde esta perspectiva, estas experiencias deberían servir para replantearnos como deberían ser los hogares del futuro, como incorporar nuestros deseos en el espacio doméstico. Y más allá, como deberían replantearse los vínculos de las relaciones familiares en estos ámbitos, entendiendo la casa como un espacio político y social.  

Relacionar la botánica con los efectos del cambio climático, como puede afectar a las especies y como las diferentes especies puede ayudar a mitigar y amortiguar los efectos del cambio climático.

Hablaremos sobre las estrategias de prevención de la conducta suicida que estamos realizando en la Universidad de Málaga (enmarcadas en el I Plan de Prevención de la Conducta Suicida de la Universidad de Málaga) y sobre las preguntas científicas y estudios que están en marcha, así como de algunos resultados hallados. Algunas de las estrategias en las que profundizaremos son: jornadas de sesibilización, formación a informantes claves, protocolo de actuación en el servicio de ateción psicológica… Asimismo, a su vez, haremos un recorrido para conocer y debatir sobre la importancia de hablar desde la comprensión y el apoyo, desmontando mitos y prejuicios y sobre el papel que tenemos como sociedad para que las personas que están sufriendo se sientan con recursos para pedir ayuda y buscar salidas desde la vida.

Cuando las familias no pueden cuidar de manera adecuada de sus hijos e hijas por problemas de drogadicción, prisión, enfermedades mentales, incumplimiento de sus deberes como padres, y/o falta de recursos ofrecidos por los Servicios Sociales, el Sistema de Protección de Menores debe retirar al niño de su familia biológica, para ofrecer a los niños un entorno adecuado de desarrollo, siempre teniendo en cuenta el mejor interés del menor. Una vez que se ha producido la separación, se toma la decisión de cuál es la mejor medida de protección para el niño. Existen diferentes medidas de protección, tales como el acogimiento familiar, el acogimiento residencial, y la adopción nacional o internacional. El acogimiento familiar puede ser de urgencia cuando hay que retirar al menor de la familia de manera inmediata, temporal cuando se prevé el retorno con la familia biológica, o permanente cuando se espera que el niño esté en el acogimiento por un periodo largo de tiempo.

Cuando el acogimiento se produce junto a algún familiar, sobre todo con abuelos y tíos, se denomina acogimiento con familia extensa y cuando se realiza con familias que no tienen ninguna relación con el menor, se denomina acogimiento con familia ajena. En ambos casos se pueden establecer visitas entre las familias biológicas y los acogidos, si se considera que son buenas para el desarrollo de los niños y niñas. El objetivo de las visitas es mantener la relación y los vínculos afectivos del niño con sus familiares. En relación a este último aspecto, el grupo de investigación ha publicado el programa psicoeducativo para mejorar la calidad de las visitas titulado “Las visitas: un espacio de desarrollo familiar” en el Observatorio de la Infancia y Adolescencia de Andalucía (OIA) (https://www.observatoriodelainfancia.es/oia/esp/documentos_ficha.aspx?id=7303)