Hoy en día los humanos generamos muchos residuos en todas nuestras áreas de actividad, y la agricultura no es una excepción. Como sabes, los productos que llegan a nuestras mesas son solo una parte de lo que ha crecido en el campo. ¿Qué pasa con las plantas de los tomates y berenjenas una vez se han recogido? ¿Y con la paja de los cereales, o el estiércol de los animales que consumimos?

Todos estos residuos contienen nutrientes que las plantas han tomado del suelo, y si no se lo devolvemos los suelos se van empobreciendo en nutrientes, disminuyendo su capacidad de producción. Por eso en agricultura se usan los fertilizantes, principalmente fertilizantes inorgánicos. Estos provienen, bien de síntesis química (muy costosa energéticamente), o de reservas minerales (recurso no renovable). Sin embargo, la transformación de los residuos agroganaderos en fertilizantes orgánicos que se apliquen de nuevo al suelo permite hasta cierto punto “cerrar” el ciclo de los nutrientes, evitando que se pierdan y reduciendo el uso de fertilizantes inorgánicos (no sostenibles).

¿Has oído hablar del compost y del humus de lombriz? ¿Sabes cómo pueden ayudarnos a cerrar el ciclo de los nutrientes y a practicar una agricultura sostenible en el tiempo? Hoy os propongo hablar sobre esto y sobre los beneficios adicionales que pueden tener los fertilizantes orgánicos respecto a los inorgánicos.

Cuando le preguntas a la gente por un recurso no renovable, casi todo el mundo habla del petróleo, algunos del coltán,…pero casi nadie hace referencia a un recurso básico para tener comida en nuestras mesas: el fósforo.

El fósforo está en nuestro ADN, forma parte de la estructura de nuestros huesos (fosfato de calcio) y de la producción de energía (ATP). Para las plantas también es un elemento fundamental, sin él, las producción de la revolución verde serían inexistentes.

Y ¿de dónde lo sacamos?. De minas, en un proceso muy contaminante. ¿cuánto tenemos? Muy poco, y muy localizado sólo en determinados países: Marruecos, China,…

Pero al mismo tiempo, ¿sabéis que lo estamos tirando? Lo tiramos con nuestros residuos sólidos urbanos (RSU), con nuestras heces, con los restos de podas, cosechas, procesos de producción, etc.

¿No sería lógico reutilizarlo? ¿no sería barato?¿no sería eco-lógico?

¿Trabajamos por una economía circular o seguimos sólo con “Greenwashing”?

Lo primero es dar a conocer la rica profesión que ejercemos los Ingenieros Agrónomos, ya que nosotros nos encargamos de cuidar desde la semilla hasta que el plato de comida en la mesa. Esto pasa por una carrera universitaria muy completa y diversificada, desde la fisiología y genética vegetal y animal, el estudio del suelo y el clima, la topografía, construcción de infraestructuras hasta el manejo de drones para ayudar al agricultor y a la agroindustria en la toma de decisiones.

Todo ello es necesario para poder ejercer nuestra profesión, todo conocimiento es esencial en la mejora y cuidado de los cultivos y ganados, para tener y garantizar una seguridad alimentaria, a la hora de obtener alimento, en un mundo cada vez más cambiante. Es necesario educar a la población, no solo a darle valor a los agricultores y ganaderos por su trabajo, si no a valorar que cada día comemos entre 3 y 5 veces al día.

No hay otra profesión en la cual el grado de innovación, conocimiento y profesionalidad se alcance en todos los eslabones de una cadena, esencial para la vida humana, y que implica tantas características diferentes que se han de tener en cuenta. Así, tenemos que pensar que cada vez que nos llevamos cualquier tipo de alimento a la boca, ha sido por la gran labor de muchas personas pertenecientes a esa cadena tan larga, y entre ellas, el Ingeniero Agrónomo.

El riego de los plantas, de los cultivos, requiere cada vez más agua. La población crece y necesita alimentos, tejidos,… que a su vez requiere cada vez más agua. Nuestro planeta tiene el agua limitada, y con el cambio climático este recurso será cada vez más limitado.

En nuestro trabajo, el equipo de HidroSOStenibles, intentamos aprovechar el agua al máximo, para que los cultivos produzcan adecuadamente y los agricultores empleen solo la cantidad de agua necesaria. Estudiamos los cultivos: las plantas, su fisiología, para conseguir buscar metodologías sencillas que ayuden a los agricultores a mejorar el uso del agua.

Al mismo tiempo, estudiamos la calidad de esos productos y estamos trabajando en especies y variedades que se adapten mejor a condiciones deficitarias. En algunos casos con menos agua se puede mejorar la calidad de algunos alimentos, tratamos de estudiar esas relaciones, para poner en valor esos productos.

El agua es un bien escaso, especialmente en nuestra zona pero por otro lado es indispensable para la producción agrícola. Esto supone que tiene que haber un equilibrio entre la disponibilidad que tenga el agricultor y su uso. La agricultura es el mayor consumidor de recursos hídricos pero también es preciso para otros usos como el lúdico o el abastecimiento básico de la población.

Por lo tanto, debemos ser muy precisos en el manejo del riego. La baja disponibilidad de agua supone que muchos cultivos tengan que regarse deficitariamente, es decir, con menos agua de la necesaria, produciendo condiciones de “estrés hídrico”. Como podemos manejar este estrés hídrico y convertirlo en un beneficio para el agricultor será el tema de conversación que tendremos.

El olivar se ha cultivado tradicionalmente en condiciones de secano dependiendo su producción de la pluviometría media de la zona donde se cultivaba. Es un cultivo bien adaptado al clima mediterráneo caracterizado por veranos calurosos y secos, con producciones aceptables y es capaz de sobrevivir a periodos de intensa sequía. Sin embargo, esta estrategia de cultivo está basada en la densidad de árboles. La densidad de árboles modula las necesidades del cultivo y permite aplicar condiciones de estrés hídrico en momentos en los que la reducción en la cosecha será pequeña o asumible.

El riego deficitario del olivar se basa fundamentalmente en aplicar condiciones de estrés hídrico en determinados estados fenológicos de las plantas, de manera que se consiga un ahorro significativo del agua para lograr un desarrollo agrícola sostenible y que el efecto en la producción sea el mínimo posible. La duración y el momento del ciclo en el que se produce el estrés hídrico condicionan la respuesta vegetativa y productiva de la planta. Se diferencian cuatro periodos distintos a lo largo del ciclo de cultivo del olivo, siendo cada uno de estos periodos sensiblemente distintos en su respuesta al estrés, lo que debe tenerse en cuenta a la hora de programar el riego.

Independiente a este tema, pero también muy importante, es nuestra colaboración con la Red Andaluza de Semillas en contribuir a la recuperación de las variedades locales y el saber campesino tradicional.

Desde años atrás ha existido una técnica para producir alimentos sin suelo (hortalizas y peces de forma simultanea) conocida como Acuaponía. Técnica iniciada por los Aztecas en Centroamérica, por los Incas en Sudamérica, como asimismo en China. Consiste en la unión de dos sistemas productivos: la produccion de hortalizas/frutas/aromáticas sin suelo (Hidroponía) con la producción de peces (Acuícultura).

Se considera un modelo de producción sostenible, ya que la acumulación de alimento no consumido y las heces de los peces son transformados, a través de actividad microbiana, en nutrientes que son utilizados por las plantas, mejorándose así la calidad del agua que regresa nuevamente a los peces. Se evita de esta forma el vertido de aguas contaminadas al medio ambiente y el elevado consumo de agua de reposición. Asimismo, se reduce la incidencia de plagas y enfermedades que pueden ser transmitidas mediante el suelo.

Esta técnica es ideal en regiones del mundo con escasez de agua, en suelos contaminados o no idóneos para la agricultura. Asimismo, se considera un sistema versátil ya que se puede desarrollar a diferentes escalas (un sistema en grandes invernaderos hasta en el patio o terraza de casa), permitiéndose su instauración dentro de las ciudades, lo que contribuye al consumo de alimentos locales (kilometro cero). Asimsimo, los fines de cada sistema pueden ser variados: autoconsumo, pequeñas y grandes ventas, educativo, y como hobby. 

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Vamos a hablar de un proyecto de ciencia ciudadanas sobre como la utilización de compost procedente de la recolección de residuos solidos urbanos para su uso en agricultura urbana.

Trataremos por lo tanto conceptos de economía circular.